Desde los trabajos ya clásicos de Bruner y Olson podemos desprender que las experiencias humanas desde el eje de la enseñanza y el aprendizaje pueden reducirse a dos: aquéllas que derivan de experiencias vivenciadas de forma empíricas y aquéllas que derivan a partir del contacto con sistemas socio-culturalmente. Estos autores catalogaron al primer tipo de experiencias como “aprendizaje directo”, mientras que refirieron al segundo como “aprendizaje mediado”. Entre algunos ejemplos de sistemas de aprendizaje mediado, podemos mencionar a los textos escolares, la lección de clase, una carta a los padres de un alumno, etc. Un aprendizaje es mediado porque los sujetos escolares pueden transmitir sus experiencias y conocimientos entre ellos a través de sistemas, objetos, o artefactos culturales. La capacidad de pensar y de comunicación humana permite ese intercambio a partir de estructuras cognitivas y sistemas lingüísticos pertinentes. La capacidad de representar la experiencia vivida posibilita su transmisión y, en consecuencia, su aprehensión/aprendizaje a través de representaciones que son codificadas en objetos que se denominan, en general, “medios” o “materiales”.

Cabero Almenara (1999) se encarga de problematizar la definición e identificación de aquéllos “materiales” que circulan como “medios de enseñanza”. Este autor entiende por medio según distintas categorías funcionales, concepción didáctica y elementos curriculares. Para nuestros intereses, basta con rescatar aquella categoría que responde a objetivos didáctico-curriculares para definir la noción de medios y materiales de enseñanza. Así, y desde una perspectiva estrictamente didáctica-curricular, un material de enseñanza conlleva un elemento curricular (o grupo de elementos) entendido como sistema simbólico y como estrategia de utilización pedagógica, el cual (al menos de forma teórica) propicia el desarrollo de las habilidades cognitivas del sujeto educando, según un contexto determinado, y facilita/estimula la intervención mediada sobre la realidad, la comprensión de información y la creación de entornos diferenciados para el aprendizaje. Por su parte, Escudero (1983, citado por Área Moreira, 2005: 4) también define a los materiales de enseñanza como “cualquier recurso tecnológico que articula en un determinado sistema de símbolos ciertos mensajes propositivos”. Esta definición considera que un material didáctico se conforma como un recurso tecnológico, un sistema de símbolos, un grupo de mensajes, y ciertos propósitos de enseñanza. Así, entendemos a la noción de “materiales de enseñanza” desde Cabera Almenara y Escudero, y acordamos terminológicamente no diferenciar entre expresiones como “materiales didácticos”, “materiales para la enseñanza”, “medios para la enseñanza” y “recursos para la enseñanza”.

Seguimos a Ávila y Bosco (2001) al entender la relación existente entre los materiales didácticos y los ambientes virtuales propiciados por las TICs. Un “ambiente virtual” de aprendizaje es un espacio dentro de un contexto escolar en el cual las nuevas tecnologías favorecen el conocimiento y la apropiación de contenidos, experiencias y procesos pedagógicos y comunicativos. Estos ambientes pueden estar facilitados por plataformas como Internet, los teléfonos celulares, la televisión interactiva, etc. En la actualidad, el ambiente virtual de aprendizaje más ubicuo es Internet, ya que interrelaciona sitios personales, portales, bibliotecas virtuales, etc., además de posibilitar distintas formas comunicativas sincrónicas (por ejemplo, el chat) o asincrónicas (por ejemplo, foros o blogfolios) y distintos modos de concebir restricciones materiales o de interacciones socio-educativas (por ejemplo, el número de participantes, su procedencia, sus modos de producir conocimiento). Precisamente, una de las potencialidades de Internet como ambiente virtual es la oportunidad de trabajar en red y de forma colaborativa entre una multiplicidad de actores escolares. Litwin (2005: 31) plantea que “el uso adecuado de la tecnología, puede potenciar las propuestas de los docentes, como los proyectos en que se contempla un diseño comunicacional mediante el uso de correo electrónico y en que se favorecen formas de construcción del conocimiento a partir de la colaboración entre pares, generada por una red que no sólo resuelve la comunicación entre los alumnos, sino que permite intensificar cada una de las propuestas de trabajo”.